La pista no es democrática. No tiene nada que ver con los principios de “una persona un voto” ni proclama una verdadera igualdad de oportunidades. La pista es aristocrática y privilegia, además de a los dotados con unas capacidades físicas o intelectuales excepcionales, a quienes cuentan con una energía y una ambición superiores al promedio. La brecha que en las edades más tempranas se basa en que los mejores físicos (por naturaleza o por ser unos meses mayores), ya sea por rapidez, fortaleza, tamaño o una mezcla proporcionada de todas estas cualidades, tienen acceso a más y mejores oportunidades de preparación y oportunidades de competición (al pasar el filtro de procesos selectivos), más adelante, en la medida en que se iguala el desarrollo físico, cognitivo y madurativo, va a tener que ver más con valores como la paciencia, la perseverancia o la humildad para aceptar la corrección.
Así, tras la asunción de que esto es precisamente así, de que la suerte favorece a los más preparados, ha ido instalándose en nuestro país una cultura del entrenamiento individual que, si bien se concentra fundamentalmente en el verano, también tiene un cierto peso en el curso de la temporada, momento en el que los jugadores demandan un seguimiento de sus hábitos alimentarios, rutinas de preparación mental o asesoramiento en cuestiones técnico-tácticas con escaso peso biomecánico (en estas no es conveniente pensar durante la temporada).
Paradójicamente, esta nueva necesidad contrasta con el hecho de que las estructuras de los clubes, en su mayoría, no están preparadas para dar respuesta a las demandas particulares, a las necesidades individuales de cada jugador. La lógica, además, implica que esto sea así: hay que crear un sentimiento de equipo, una filosofía de juego, hay que estructurar una idea y toda la formación técnico-táctica individual se resuelve, en el mejor de los casos, con una diferenciación por posiciones. Nosotros somos los primeros que hemos estado ahí, entrenando equipos sin tiempo ni medios para hacer una evaluación completa de cada jugador, con el que no siempre hemos podido entrevistarnos, siendo el conocimiento mutuo la base para establecer los cimientos de una relación profesional honesta. Y digo profesional aun refiriéndome al baloncesto de cantera: el oficio y la enseñanza del juego no entienden de edades.
En medio de este panorama, HoopsNet irrumpe casi de un modo natural a la salida de la pandemia para cubrir una demanda que, siendo estructural y no coyuntural, se hace más patente a partir de ese momento, cuando la preparación individual era el único modo de seguir practicando baloncesto. Así, muchos jugadores profesionales o de cantera con aspiraciones de seguir trabajando en su juego se han puesto en contacto con nosotros, han pasado por nuestros procesos de evaluación y diagnóstico a partir de la observación, el scouting, la respuesta a cuestionarios o procesos de entrevista.
Del jugador al juego y del juego al jugador, este es el lema que nos guía y que nos mantiene siempre en el camino aun en medio de la noche. En HoopsNet no nos atrevemos a diseñar un plan de preparación integral (físico, técnico-táctico, psicológico, nutricional…) del jugador sin antes conocerlo y sin poder maridar de algún modo su origen o punto de partida con el destino al que queremos llegar. Entre ambos puntos el baloncesto, sus reglas, su actual estado de desarrollo técnico-táctico; el baloncesto como campo científico que exploramos a diario, en nuestra experiencia particular como entrenadores, pero también como amantes del juego, tomando distancia de un día a día que amenaza con limitarnos la visión.
*Idan Ravin en conversación con uno de sus "pupilos" aventajados, Cris Paul
A cambio nos llevamos muchas cosas. Ahora entendemos mejor a los Drew Hanlen, Alan Stein, Ian Ravin o Tim Grover. Trabajar con Jone Pedro Lopes, internacional con Angola, Álex Reyes, jugador ACB, o Celia García, jugadores profesionales, o hacerlo con jugadoras de la proyección de Sofía Alonso o Isabel Camiña, además de con Miguel Melgar, que cuentan con muchísima proyección, o hacerlo con Alberto Alonso, Fernando Revilla o Eduardo Carpintero, que navegan con firmeza en ese intervalo entre el baloncesto amateur y el profesional, es un lujo. Del jugador al juego, del juego al jugador y del jugador una vez más al juego, ese es el círculo virtuoso, la sucesión de sinergias y relaciones mutuamente beneficiosas que se dan cuando, como en HoopsNet, queremos conectar todos los interruptores que encienden las luces de la cancha, pero también del cuerpo y el espíritu.
Por eso ya estamos trabajando para que el verano de 2023, también antes, podamos repetir la experiencia de este que ya apura su último aliento. Trabajando para dar calidad a quienes llamen a nuestra puerta pidiendo que los ayudemos a mejorar conscientes de que aún tienen mucho que darle al baloncesto y de que este, a cambio, aún puede proporcionarles muchas horas de felicidad.
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